Al llegar a Portlligat tras un buen rato por la tortuosa carretera que parece más proteger del mundo que comunicar a este pequeño rincón de la Costa Brava, encontramos a un jabalí paseándose tranquilamente por la playa. Resulta que los del lugar hasta le han puesto nombre al llamativamente pacífico animal, que por lo visto se pasa por allí con cierta frecuencia desde hace años.
Ya sé que hoy en día se puede ver a este tipo de animal salvaje en casi cualquier sitio, pero la escena del bicho paseando por la playa tranquilamente con los turistas mirándolo y dándole comida me pareció no sólo llamativa, sino también un poco surrealista, lo que no dejaba de tener cierta coherencia con la principal razón que nos había llevado allí: ver la famosísima casa en la que Salvador Dalí pasó buena parte de su vida con su esposa Gala.
La casa está en un rincón de la pequeña pero bellísima bahía de Portlligat, un remanso de paz en el que el mar, encerrado entre la media luna de la playa y unos pequeños islotes despoblados, se queda plano como un plato de sopa, pero de un intenso azul verdoso o quizá verde azulado, soy un desastre para los colores.

Un laberinto
Las visitas a la casa de Salvador Dalí y Gala son constantes y tienen que seguir un itinerario y un horario bastante estrictos. Es lógico si tenemos en cuenta que, al fin y al cabo, se trata de una vivienda particular, pero más aún en el caso de esta: la casa se fue ampliando por etapas, según el capricho y la situación económica de sus propietarios, y es un auténtico laberinto con cierta cualidad orgánica: como una especie de monstruo extraño y enrevesado que hubiese crecido a borbotones.
Por supuesto, es daliniana desde la primera estancia a la última: estatuas extrañas y fuera de contexto, animales disecados, fotografías y excentricidades de todo tipo como uno las esperaría. No hay, al menos que yo recuerde, obras del artista, no estamos ante un museo sino más bien en un viaje a la arrolladora personalidad de Dalí y, y esto también es interesante, a algunas de las claves del artista, no en vano se recorren espacios como el estudio en el que pintaba –con un curioso armatoste para pintar cómodamente lienzos de gran formato–, las ventanas por las que miraba, la cama en la que dormía, los objetos que usaba y que le inspiraban…

La casa es testimonio de su tiempo, obviamente, pero lo es de una forma muy contundente: los objetos kitsch de la terraza, por ejemplo, son una oda al siglo XX, con el muñeco de Michelin y también los carteles de Pirelli o los toreros como muñecos de futbolín. Y es también un resumen de la vida del propio Dalí, sobre todo en la pequeña habitación rebosante de fotografías y recortes en las que los visitantes con más mala uva buscan las imágenes del artista con Franco.
A pesar de que les tengo que confesar que me atrae más el Dalí personaje y genio del marketing que el Dalí pintor, me resultó todo muy interesante, pero sin duda fueron los jardines lo que me pareció más bonito: unos bancales de olivos con algunas estructuras y esculturas aquí y allá y, sobre todo, con unas vistas tan maravillosas de la pequeña bahía como las de la casa.
Y Cadaqués, claro
Sería especialmente estúpido ir a Portlligat y no detenerse en Cadaqués, la famosa localidad que presume con razón no sólo de vinculación con Dalí, sino de ser uno de los rincones más hermosos de la Costa Brava.

Blanco de cal y azul de mar, Cadaqués se abraza a una bahía algo más grande e igual de hermosa o más que la de Portlligat, y su casco urbano trepa por la ladera en calles estrechas y en cuesta que son la representación física de la idea idílica que tenemos de lo mediterráneo.
Hablé de Cadaqués por aquí hace unos años cuando estuve por primera vez y, al visitarlo de nuevo hace poco, volví a sentir la misma cadencia tranquila y dulce que la primera vez: me sigue pareciendo que ese pueblo turístico y calmado al mismo tiempo es un pequeño milagro, una de esas cosas que ya no quedan y, por supuesto, una maravilla que es imprescindible visitar al menos una vez en la vida y, a ser posible, dos.
Eso sí, vayan con cuidado porque tiene un serio defecto: invita a quedarse.

Desde hace 4,5 años, he sido un profesional de marketing digital y escritor para Market.us. Ingeniero Informático de profesión. Me gusta pensar en nuevas ideas para mejorar el SEO del sitio web. Me encanta compartir información y conocimientos sobre muchos temas. Mi objetivo es aumentar la visibilidad en Internet y compartir sus pensamientos. Me gusta escuchar y leer música.
Enlace de origen : Cadaqués y Portlligat: el pequeño pero idílico reino de Salvador Dalí